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El fútbol como fenómeno antroposocial (página 2)




Enviado por Vladimir Korolkoff



Partes: 1, 2

B. Dimensión
psicológica

O más bien Neuro psico

social

Se plantea aquí nuevamente la dificultad de
discriminar los distintos niveles, particularmente en este caso,
lo psicológico de lo social. Al decir de Pichon
Rivière, somos seres bio-psico-sociales, acepción
que permite unificar los aspectos que nos atraviesan, pero
manteniendo la distinción que destaca el carácter complejo de nuestra
condición. Similar a lo que desde la perspectiva Moriniana
se plantea como la articulación embuclada de la
Physis y la antropo-sociología, considerando al nivel
psicológico integrado en ambos polos. Si ni siquiera
el
conocimiento escapa de la dependencia de nuestros estados
psíquicos, qué decir de una actividad en la cual se
despliegan respuestas complejas, atravesada por aspectos que van
desde las presiones de la hinchada, el técnico, los
familiares, los compañeros, pasando por la
disposición anímica del momento (y todo lo que en
ella está implicado), hasta la contingencia del desenlace
del partido, por nombrar algunas. En los deportes además, se ponen
en juego
facultades perceptivo-motrices que ya de por sí dan cuenta
del carácter neuro-psicológico de estas
actividades, y en distintas medidas dependiendo de la naturaleza del
mismo, facultades cognitivas que permiten al participante
interpretar los diferentes estados del juego para poder
organizar y adecuar sus respuestas. Los llamados "recursos
anímicos" son apreciados como una cualidad más, que
permiten sobreponerse ante la adversidad y por ejemplo, dar
vuelta un resultado, aspecto particularmente valorado (y
polémico) en nuestro país.

No podemos dejar de tener en cuenta que en el juego, en
tanto instancia de interacciones entre los elementos del sistema, se
entablan relaciones sociales. Los jugadores interactúan a
veces solidariamente y en otras oportunidades con gran malicia.
Por esto no podemos ver a los jugadores de fútbol como
actores distantes desvinculadas de lo social, tanto desde la
perspectiva de su entorno, como dentro mismo de la cancha con sus
pares. Demás está mencionar la incidencia del
sentido opuesto del bucle, de lo que sucede en las canchas hacia
las diversas reabsorciones sociales y
psicológicas.

C. Dimensión económica

El fútbol como espectáculo es un gran
negocio. Y hasta podemos agregar, el fútbol como negocio
es un gran espectáculo. No solo el aficionado vive
pendiente de lo que sucede dentro de la cancha, si no que se
generan enormes expectativas entorno a todo lo que representa el
mercado de pases.
Motivan de particular forma a las instituciones,
a los parciales y ni que hablar que a los jugadores, que pueden
llegar solucionar su vida económica en una transferencia a
una institución poderosa.

Todas las actividades en general que suscitan relativa
atención en las masas movilizan fuerzas
económicas importantes, y cada vez más en la medida
que la
globalización y la proliferación de los medios de
comunicación masivos permiten y determinan el acceso a
los entretenimientos a un contingente de espectadores cada vez
mayor. Las grandes instituciones cada vez más pasan de ser
organizaciones
sin fines de lucro a constituirse en sociedades
anónimas, muchas veces de cuyos capitales tienen
orígenes dudosos. En este entorno, es muy simple
comprender la permeabilidad de los aspectos que rodean al
fútbol en relación a las vicisitudes de los
movimientos financieros, que siempre describen trayectorias
inciertas. Es significativa además la implicancia de los
estados de la economía de una
región en los parciales que en última instancia son
los que sostienen al fútbol. Sin embargo,
históricamente no son las clases pudientes las que se
acercan más alas canchas sino las más restringidas
económicamente, e incluso las épocas de crisis a veces
coinciden con mayores concurrencias a los espectáculos
deportivos. De todas formas, últimamente las tendencias
marcan que los sostenes financieros del fútbol se dirigen
hacia lo que la
televisión puede brindar, más que a los
espectadores que van a las canchas. Esto podría hablar de
un desplazamiento que responde más los cambios
tecnológicos que a los sucesos financieros en sí
mismos, niveles que claro está, se encuentran en una
relación dialógica, o recursiva.

D. Dimensión política

Así como aspectos económicos se vinculan
recíprocamente con el fenómeno del fútbol,
aspectos políticos entran casi por añadidura, en
tanto la economía puede llegar a verse como la
dimensión abstracta del poder. Tanto si tomamos la
acepción "política" en su
sentido más amplio, como si la consideramos en sentido
más restringido, en relación a los movimientos
partidarios, sindicales, reivindicativos, etc. que utilizan al
deporte en sus
campañas electorales, explotando la imagen que
trasmiten las estrellas de este deporte, como así
también en las propuestas programáticas en
relación a esta actividad. Como ejemplo, no son pocos los
casos de dirigentes deportivos que se desplazan hacia la
política partidaria, y los que hacen el transcurso
inverso. Incluso se da que figuras del deporte activo terminen en
este ámbito, luego del retiro como jugadores.

A su vez las luchas por el poder se entablan en los
clubes, como sucede en casi cualquier institución. Se
establecen además sindicatos de
jugadores, instituciones mediadoras, organizaciones de los
jueces, etc. Todo los fenómenos futbolísticos están implicados por
relaciones de poder. Es además este deseo que sustenta las
bases mismas del fútbol, que expresa simbólicamente
(y materialmente) nuestra voluntad de sometimiento del
adversario, motivación
que moviliza a los pueblos desde los anales de la historia; hoy en día
debidamente enmascarada bajo la cualidad estética sublime del deporte.

2do corte

Perspectiva del
juego:

EL FÚTBOL COMO SISTEMA

No resultaría difícil comprender al
fútbol como un sistema, más aún teniendo en
cuenta la versatilidad del sentido de este término como
instrumento de aproximación conceptual. Incluso, el mismo
no escapa a la utilización popular; como concepto su
carácter lo hace bastante intuitivo. Sin embargo el
sentido vulgar del término dista un poco de lo que en las
teorías
de los sistemas se
establece, y éste a su vez cobra otra dimensión en
la obra de Morin, privilegiando una mirada que destaque el
aspecto multívoco que alberga el concepto. punto de
partida de una concepción del juego del fútbol como
un sistema como lo comprende la perspectiva Moriniana, podemos
repasar algunos de sus componentes si los consideramos
articulados en una unidad compleja. Vayamos desde las unidades
más globales hacia las más elementales.

Podríamos considerar entonces un sistema
compuesto, organizado en subsistemas jerarquizados.
Distinguiríamos entonces los siguientes niveles, en donde
se puede apreciar lo que constituye la instancia del juego
como:

1 sistema: Estaría conformado por la
totalidad de los elementos
que se interrelacionan y se
organizan en el despliegue dinámico que ocurre en la
situación de juego. Aquí podemos
incluir:

1) Lo material, que también comprende la
cancha, el útil, las inclemencias del tiempo, los
cuerpos, los sonidos, los objetos extraños,
etc.

2) Lo temporal. La sucesión de eventos que se
precipitan en el devenir de un partido de fútbol se dan
en una dimensión temporal, lo que permite el desarrollo,
el movimiento y
evolución incierta de los sistemas
complejos. En esta instancia, el tiempo (así como el
espacio) es acotado, lo que permite la distinción entre
estados, fundamentalmente entre un estado
inicial y uno final, que va a dar cuenta mediante un
tímido par de cifras, de lo significativo de los sucesos
allí desencadenados.

3) Lo inmanente. Aquí podemos englobar
la infinidad de aspectos que tienen incidencia indirecta sobre
lo que sucede en la cancha. Desde lo psicológico,
motivacional, hasta lo político o económico. En
definitiva todo lo que hace a la condición humana de los
jugadores que participan.

Por supuesto que se pueden encontrar además
tantos elementos como la imaginación bien encauzada nos
permita.

Este nivel el que presenta la mayor dificultad para
aproximarse a las lógicas que le respaldan sus misteriosos
devenires. En la medida en que se enfrentan sus dos componentes
inmediatamente menores, los equipos, los destinos van a estar
procesándose por " el azar de la lucha" al decir de
Nitzsche.

Distinguiremos en este nivel un "sistema juego",
acepción que utilizaremos cuando nos refiramos a la
instancia misma del partido, restringiéndonos más a
los primeros dos elementos, y "sistema fútbol"
cuando nos enfoquemos sobre el sistema en su globalidad, con los
elementos inmanentes.

2 sistemas: Cada equipo representa un
sistema compuesto por los jugadores de cada plantel. Este nivel,
además de ser claramente intuible, es en el cual se
presenta el mayor número de especulaciones
teóricas, tácticas y donde se pone el foco en todo
el trabajo que
despliegan las instituciones. Técnicos, preparadores
físicos, médicos, dirigentes ya hasta
psicólogos, trabajando en los clubes hacen ejercicio de su
competencia para
lograr la mejor disposición del equipo para que se
materialice el objetivo en
última instancia en la victoria dentro de la cancha. Nos
referiremos a este nivel como "sistema equipo"

-22 sistemas: Los jugadores:
Intuitivamente se presentan como las unidades básicas
dentro del sistema. Aunque físicamente indivisibles, son
en sí mismos sistemas de complejidad inabarcable, en tanto
seres atravesados por infinidad de determinaciones, sociales,
psicológicas, biológicas, en fin, por su
condición de seres y sobre todo por su condición de
humanos (vuelve a plantearse a la dificultad del bucle, en donde
sujeto y objeto coinciden). Es decir, de estos elementos se
pueden desprender un gran espectro de sistemas que están
vinculados en su existencia. Aunque desde el punto de vista
físico material estos no se perciben en la cancha, la
inmanencia de estos aspectos se hace constatable en lo que
ahí mismo sucede.

Se da entonces la curiosa (o no tan curiosa)
situación en la que los elementos más
básicos serían los más complejos, los cuales
se encuentran sustancialmente constreñidos por la
totalidad del sistema, a través del espacio físico,
las reglas del juego y de los mecanismos psico-sociales a
través de las cuales estas se internalizan.

Llamaremos a este nivel "sistema
jugador".

-24 sistemas: A partir de este nivel se
comenzaría a tener en cuenta a actores que no participan
físicamente en el intercambio futbolístico, pero
que tienen activa participación en lo que allí
sucede. Los directores técnicos cumplen la
particular labor de dirigir el juego de sus equipos, desde el
punto de vista táctico. Además no solamente
despliegan las estrategias que
consideran adecuadas para las situaciones que se suceden en el
evento, sino que pueden realizar los cambios, alterando entonces
al sistema equipo no solamente desde el punto de vista
táctico-estratégico sino también en lo que
hace a la conformación de los planteles. Si bien no juegan
tienen incidencia directa en lo que allí
sucede.

– n sistemas: De esta forma podríamos
seguir con todo lo está implicado en el juego. Los
dirigentes, preparadores físicos, periodistas, la
parcialidad, etc. tienen distintos niveles de incidencia en lo
que sucede en el juego, aunque en general no pueden alterar
directamente la configuración de los sistemas que
físicamente actúan en el partido. Aunque en el caso
de la parcialidad, se puede decir que de alguna forma si la
tiene, debido a la influencia que ejercen mediante la presión
sobre los jugadores y técnicos. A su vez siguiendo este
enfoque, el periodismo
condiciona a la parcialidad y por lo tanto también puede
alterar lo que sucede en el campo de juego. Podemos apreciar
entonces como en la medida en que el "sistema juego" se despliega
en un lugar donde ocurren intercambios con el exterior, con la
parcialidad, en algún sentido todos los factores externos
pueden condicionar de forma indirecta no solamente la psique de
los jugadores sino la configuración misma de los
planteles.

Por todo aquello de la complejidad que comprende al
"sistema jugador", en tanto ser humano, bio-psico-social, se abre
un abanico de sistemas que podríamos agregar en este
nivel, que no solamente atañe a los individuos sino a todo
aquello que nos atraviesa por nuestra
condición.

Deberíamos considerar además a todos estos
niveles como sistemas abiertos, dados los intercambios que se
establecen en mayor o menor medida entre éstos y su
entorno, los cuales pueden considerarse en sí mismos como
parte se un sistema inmediatamente mayor.

El sistema-equipo

Considerado como una unidad que no empañe el
carácter heterogéneo de sus elementos, ni la
multiplicidad de dimensiones que lo afectan, el sistema-equipo
tiene la particularidad de ser la unidad más
fácilmente identificable. Porque en sí mismo es
caracterizada, identificada por medio de un nombre
específico, con una bandera, con una camiseta, con
colores
determinados. En el sistema-juego, los elementos que componen
cada equipo se distinguen a partir de la camiseta que utilizan y
los identifica por pertenencia. Pero esa unidad en realidad
trasciende lo que se ve dentro de la cancha; surge de la
necesidad social de agruparse, expresándose a
través de este tipo de identificaciones simbólicas.
Estas instituciones, que emanan del cuerpo social, surgen como
archipiélagos de organización mediante las cuales los
integrantes satisfacen estas necesidades. Y si bien en sus
orígenes los actores poseen elementos en común,
como pueden representar la pertenencia e un mismo lugar
geográfico, la pertenencia a un club es meramente de
naturaleza afectiva. Son entonces identificaciones
simbólicas que no exigen como condición de
pertenencia más que la pertenencia misma, y que si embargo
facilitan a cualquier observador la comprensión de su
carácter de unidad.

Ahora bien, el equipo en tanto sistema, posee un nivel
organizacional dentro del sistema-juego. La
organización, que intenta ser direccionada por el
director técnico, es lo que permite que cada equipo pueda
mantener su existencia en el contexto operativo. Se establece a
partir de una serie de condiciones que poseen sue elementos,
recursos técnicos, anímicos, intelectuales,
físicos, creativos, por las cuales se trabaja desde que el
niño espontánemente demuestra afinidad por el
deporte hasta que se consolida como jugador de fútbol. Sin
organización, el equipo va al fracaso
inminente.

Táctica y técnica

Ahora, en relación a esto se plantea una vieja
disyuntiva: ¿cuánto puede hacerse externamente en
pos de la organización de un equipo? La interrogante se
enfoca sobre cuánto puede hacer un director técnico
para mejorar la potencialidad de un equipo, esto es mejorar las
cualidades organizativas del mismo, si por ejemplo los elementos
con los que se dispone no poseen los recursos técnicos
suficientes. Dicho de otra forma, la táctica vs. la
técnica.

Sucede que estos dos aspectos son cruciales dentro de lo
que significa la preparación de un equipo. Pero no resulta
fácil discriminar cuanto de esto es adquirido y cuanto es
aprendido, entendiendo que la diferencia entre estas dos
acepciones radica en los diferentes grados de espontaneidad con
los que se internalizan las adquisiciones. Por supuesto que
así comprendido, el aprendizaje va
a depender de los medios de los
cuales se disponga para condicionar a los potenciales
futbolistas, y brindarle la mayor cantidad posible de recursos
para que depure su técnica, y comprenda la táctica.
Estas diferencias se aprecian claramente casi desde los comienzos
históricos del fútbol, desde cuando se pudo
observar la mayor disciplina
táctica que desplegaban los equipos europeos, y la mayor
condición técnica que poseían los
sudamericanos en contrapartida.

Sin embargo no podemos sostener que la técnica
sea más espontánea que enseñada, ya que
muchos elementos técnicos necesitan del ejercio y de la
aproximación mediada por entrenadores. (esto se puede
visualizar por ejemplo, en que hoy en día el fútbol
europeo nos ha superado también en técnica, sobre
todo a los uruguayos). Lo que sí podría inferirse
que lo espontáneo es la capacidad de sorpresa, de creatividad.
Eso sí parece estar dado por facultades quasi-innatas, es
sumamente desequilibrante, y si repasamos los mejores jugadores
del mundo, eso puede que siga siendo patrimonio de
los sudamericanos.

Esto evidencia el carácter complejo de las
facultades futbolísticas, de las condiciones de emergencia
de esas respuestas complejas, inciertas y sorprendentes que
constituyen las jugadas que deslumbran a los espectadores. La
organización de nuestros comportamientos mantiene aspectos
que solo se explican por la organización misma, y que
escapan a las tentativas de manipularlas. A veces no podemos
más que limitamos a identificarlas y favorecer su
desarrollo, como bien entendieron estratégicamente los
contratistas y entrenadores.

Interacciones <=>
interrelaciones

Es claro que en el despliegue que se materializa en el
sistema-juego, los elementos de cada equipo interaccionan de
manera particular. Dentro de los mismos se establecen relaciones
posicionales; la ubicación de uno se establece no solo en
referencia al rival sino también en relación a los
demás compañeros, según el rol que cada uno
le toque realizar. Esos roles son específicos, cada
elemento del sistema se puede caracterizar por lo que no es el
otro, es una pieza insustituible. En este sentido se puede
caracterizar como un sistema de valores
puros.

Además se establecen circuitos de
relevos que son particulares a algunos jugadores que les toca
realizarlos, así como alternancia de posiciones. Estas
interrelaciones surgen en un contexto de interacción, en donde el aspecto más
característico es el pase. Estas interrelaciones permiten
surgir esos destellos de orden que representan las jugadas,
particular forma de interacciones que también pueden
visualizarse como emergentes del sistema.

¿Ahora el orden como se las ingenia para emerger
en ese universo? Las
leyes de la
entropía tranformarían todo en caos,
de no ser por las facultades organizativas de los equipos.
Archipiélagos de organización surgen en un
océano de desorden fecundo. (algunos menos fecundos que
otros)

Demás está mencionar las relaciones
sociales que se hacen allí presentes, que no definen la
esencia del juego pero que lo condicionan significativamente,
tanto entre los jugadores de un mismo equipo como con los
adversarios. No todas las relaciones entre un mismo equipo son de
solidaridad,
también surgen conflictos,
reproches discusiones, y hasta enfrentamientos físicos.
Como así tampoco todas las relaciones con los adversarios
son de enfrentamiento: se dan (aunque cada vez menos) gestos
solidarios y de reconocimiento.

Así como se aprecia la dependencia de los
elementos del sistema-equipo, también se pueden destacar
entonces los aspectos antagónicos que surgen en el seno
del enfrentamiento con el rival.

La tragedia del Sí

(El todo es más que la suma de las
partes)

Aunque el término en este caso no debe entenderse
como destrucción de la vida-también podemos
destacar el carácter trágico que subyace a las
organizaciones vivas, como perteneciente a esta instancia. El
éxito
de un equipo solo puede estar fundamentado en la desgracia del
otro, aunque esto no coincida con la desaparición objetiva
del mismo. El fútbol como combate sublimado, se juega en
un registro
simbólico. En el mismo podemos asimilar el fracaso
deportivo con la muerte
simbólica, la muerte del
objetivo de alzarse con el triunfo. Por lo que la hinchada suele
gritarle al rival, aquello del "no existís…"

Podemos entonces considerar la actividad de estos
sistemas como autocentrada. Por encima de la ocupación del
puesto egocéntrico que detenta cada jugador en tanto ser
viviente, el equipo en sí garantiza su éxito en uno
postura de esta misma clase, que se
considere como centro de su universo y que excluya, como
condición de su éxito, la necesidad del equipo
rival. Existe una particular relación del sistema-equipo
consigo mismo, que le permite y le obliga a discriminar lo que no
es parte del mismo sistema, tarea facilitada desde el plano
formal-material por la distinción de las camisetas. Esta
ego-auto-referencia, hace necesaria entonces la
exo-auto-referencia. El sistema-equipo entonces puede
considerarse como una entidad computante, siendo que va a tener
que responder a las contingencias que se vayan dando en el
sistema-juego, evaluando, decidiendo siempre sobre situaciones
cuyas respuestas presentan un margen de incertidumbre. Y en estas
decisiones si bien intervienen todos los elementos y de forma
particular el director técnico, desde el punto de vista
del equipo, ningún elemento tiene la hegemonía en
el cómputo, dado que ningún elemento posee el
"programa" del
equipo, de existir tal cosa es inherente a la totalidad del
sistema. Cada elemento imprime su incidencia pero el computo
refiere siempre al sistema-equipo, desde su posición
auto-ego-céntrica.

Pero nosotros tenemos la aptitud para percibir las
decisiones como relativas a los seres humanos, técnicos,
jugadores, de ahí la dificultad que se plantea para poder
dar cuenta de ese "plus" que constituye el equipo en su
globalidad; el Sí del sistema-equipo.

Hasta podríamos hablar de un Mí del equipo
que le daría la dimensión subjetiva, que
podría explicar ese "plus", desde el lugar inmaterial e
invariante que el mismo ocupa, si se permite extrapolar el
concepto de la noción de sujeto o de los organismos vivos.
Sin pretender dilucidarlo, queda abierta la
cuestión.

El sistema-jugador

Es sin duda el elemento por excelencia del
sistema-equipo, incluso del sistema-fútbol. Ahora bien,
también es el más complejo, el más
inabarcable y el más heterogéneo. Su
condición de ser humano le aporta los niveles de
complejidad inherentes al ser en tanto entidad biológica
autoorganizada, y los respectivos a su cualidad de humano, que
expresa todo que producimos, lo que nos atraviesa, en general
todo lo que somos nosotros mismos, hasta en nuestra propia
actividad de análisis, como lo es ésta misma.
Conocida es la dificultad que presenta la recurrencia se nos
devela en cualquier discipina que estudie al hombre desde
algún punto de vista, o a sistemas cuya composición
esté dada por seres humanos. Lo que en estos casos se hace
evidente, es que desde la perspectiva del juego, lo que se
despliega en la cancha son aspectos que no tienen que ver con la
multiplicidad de vectores que
diagraman nuestra subjetividad, pero que, por todo lo que ya
hemos visto, determinan de alguna forma lo que ahí mismo
sucede.

La facultad de
constreñir

(La parte es mucho más que el
todo)

Lo que sucede entonces es que algo tiene que posibilitar
que cada elemento manteniendo su identidad,
pueda actuar en favor del sistema. Que a través de su
cómputo, se esté configurando el programa del
sistema-equipo, es decir que su cómputo repercuta,
complementado por el de los demás elementos, en el
cómputo del sistema. Esta facultad solo puede estar
habilitada por medio de los constreñimientos que la
totalidad imprime sobre sus elementos. Y la misma se adquiere
desde que el sujeto entra en contacto con el juego, se le
explican las reglas, y progresivamente todas las instancias
formativas a la vez que propenderán a la
potenciación técnica y la adecuación
táctica, dejarán la huella de la adquisición
de las reglas, de la adaptación a la participación
en equipo, de todo lo que se hace necesario dejar afuera en el
proceso de
adaptación al sistema. A todo lo que evidentemente no se
puede hacer en una cancha porque las reglas lo impiden, se le
debe agregar la consideración de los aspectos que hacen al
mejor despliegue del sistema-equipo, es decir de lo que hace a la
organización del mismo tanto en las instancias previas
como en el sistema-juego. Y esto refiere a aspectos como la
excesiva individualidad, que puede conspirar contra el desempeño colectivo.

Dependencia- autonomía

El sistema debe permitir la simultánea existencia
de fenómenos de complementariedad, identidad y
antagonismo. Ningún elemento del sistema posee las mismas
características que otro, ya sea porque su posición
táctica es única y específica, o porque como
sistema viviente, las características de su
configuración organizacional son irrepetibles.

Esta es la forma por la cual es sistema garantiza la
diversidad de sus componentes que dan forma a la identidad del
equipo. Solamente funcionará de manera exitosa si sus
elementos poseen el adecuado equilibrio
entre la autonomía que les permitirá crear y
sorprender, y los constreñimientos que van a estar
establecidos por la dinámica del juego y por la dependencia de
los elementos entre sí. Aspecto que muchas veces determina
el fracaso de futbolistas que no logran alcanzar este equilibrio,
y que a pesar de poseer notables condiciones técnicas
no se adaptan a los requisitos del sistema-equipo por
características de su personalidad.

Por otro lado, se pueden comprender como relaciones
antagónicas, cuando por ejemplo, un jugador en una
situación que le permite la posibilidad de convertir a
él, pero de jugar la pelota a un compañero mejor
posicionado mejorarían las posibilidades de gol, opta por
continuar el con la jugada. En este caso, de no concretarse el
gol, el cómputo realizado por el jugador no fue en
beneficio del equipo. Es el costo que le
produce al sistema la autonomía relativa de sus elementos,
que en última instancia es lo que posibilita una de las
cosas más apreciadas en el fútbol: la habilidad
individual.

No obstante el sistema tiene la capacidad de
autoregularse para que ese cómputo enagenado no se repita,
por medio de la reprobación de los compañeros, del
público, o en caso extremo, la decisión del
director técnico de reemplazarlo.

La biología
humana

El ser humano es ante todo un organismo viviente. Ese
carácter lo presenta como un sistema autoorganizado por
excelencia. Desde el punto de vista biológico es una
unidad compleja organizada en subsistemas, y como tal,
impredecible. Y son además sistemas abiertos, es decir,
que intercambian energía con su entorno. En la instancia
de juego también ocurre este particular intercambio que se
dá en todos los movimientos, golpes, fricciones, y que
tienen como consecuencia un considerable desgaste
energético.

La condición física cobra un papel
fundamental en el buen desempeño de un equipo, por lo cual
se trabaja desde la formación misma de los jugadores, a la
par de la parte técnica. Sin embargo este aspecto es
más mejorable desde la acción
externa que constituye el entrenemiento, que los aspectos
técnicos, que si bien deben ser proporcionados mediante un
proceso de aprendizaje,
están sensiblemente más limitados por la
complejidad del sistema responsable de esas adquisiciones: el
sistema nervioso
central y periférico. La disposición fisica
tiene sus limitaciones, pero el misterio que entraña el
talento para los deportes, las capacidades psico-motrices e
intelectuales, es muy escasamente manipulable. Está
configurado tanto por la impronta del devenir de los sucesos de
su existencia, como por un componente innato, una
predisposición genética
aún más misteriosa. Todo eso se alberga desde el
punto de vista físico en uno de los sistemas más
complejos que conocemos: el sistema nervioso
del ser humano.

Dinámica y
contingencia: ¿por qué el caos sorprende solo a
veces?

Ahora bien, ¿hasta el momento qué podemos
decir acerca del azar, lo fortuito y lo predecible? La verdad,
poca cosa. Porque si entendemos que existe un aspecto
impredecible y azaroso en la condición de cualquier juego,
no hay nada que se pueda considerar sobre el azar más que
el azar mismo. De poder explicarlo, dejaría de
serlo.

Creo que la pregunta debería ser reformulada.
Surge de las siguientes interrogantes: ¿por qué en
cierta medida se puede pronosticar, sino el resultado, sí
el ganador de un partido? ¿por qué si hacemos una
encuesta sobre
quién será el próximo campeón
mundial, la mayoría se inclinará por no más
de cuatro o cinco equipos, de los cuales seguramente uno de esos
será efectivamente el campeón? (repasemos sino la
historia de los campeonatos mundiales) Es decir, existe un nivel
de predictibilidad, y un nivel de incertidumbre, ¿como se
articulan?

Lo que se sucede en el sistema-juego es secuencia de
acontecimientos en una instancia espacio-temporal definida. La
forma que tomará esa serie de hechos que allí se
sucedan es claramente impredecible. A la infinidad de factores
que inciden sobre lo que sucede se le adjunta el carácter
temporal, evolutivo, que permite que cada suceso se establezca en
una continuidad, en la cual en las infinitas formas que puede
devenir un suceso, le corresponderá solo una que a su vez
tendrá un destino en otro suceso que repetirá el
proceso indefinidamente hasta el final del partido. Es lo que
hace que un mínimo cambio en las
condiciones iniciales de un sistema caótico, repercuta
modificando el tránsito de los sucesos de forma
progresivamente mayor, en la medida en que cada evento sucesivo
va estar menos vinculado al primero, debido a lo aleatorio de los
destinos de cada evento y el encadenamiento de los misos. Esta
propiedad de
los sistemas caóticos es llamada en las teorías de
los fractales "sensibilidad a las condiciones iniciales", y
explica como es que a partir de un mismo programa, la
modificación de apenas una de la infinidad de variables de
estado en su condición inicial, va a derivar en un
resultado totalmente distanciado de lo esperable. Por aquello de
la maripos que aletea en Bombay…

Ahora, el accidente, cambia el partido? Desde esta
concepción, es claro que sí. Cuantas veces hemos
escuchado comentarios referidos a como un hecho del tipo de una
expulsión mal decretada, un gol mal anulado, etc.
podría haber cambiado todo el transcurso del partido
(sobre todo cuando el que se queja perdió por cuatro
goles), por toda la sucesión de eventos que podrían
haberse dado, cambios tácticos, etc. O comentarios
peridísticos referidos a un gol errado del tipo: " no creo
que vuelva a tener otra chance como esta. Podrá tener
incluso mejores, pero como esta no creo…" (doy fe que lo he
escuchado)

Entonces podemos entender por qué se hace tan
difícil acertar el resultado de un partido, que va a
depender directamente de esta avalancha irrepetible de sucesos
que se dan en el partido. Sin embargo, es más accesible
acertar quién gana en el juego, y también
quién sale campeón de un torneo, cuando las
diferencias de poderío de los equipos es sustancialmente
apreciable. Lo que podemos inferir es que como lo que sucede, es
que a nivel macro, lo aleatorio termina configurando la forma del
resultado. Se desplaza o más bien se complementa. Es
decir, en un campeonato pueden darse unos cuantos resultados
sorprendentes por todo lo anterior, pero cuanto más
"macro" sea la perspectiva, las probabilidades van a ir siempre
direccionando un resultado previsible. El favorito puede perder
con el peor, pero cuantos más partidos jueguen más
se va poder evidenciar la diferencia en favor del
favorito.

Es decir, en definitiva las condiciones del equipo, sus
cualidades organizativas, la calidad de sus
elementos, la fortaleza del sistema, eso sí son
propiedades que se ponen en evidencia por los resultados
anteriormente obtenidos y por la capacidad de análisis de
los observadores. Esto va a permitir esbozar un
pronóstico, si no sobre el resultado de partido en cifras
concretas, sí de quién tiene más chance de
ganar. Es el orden que al fin emerge sobre el desorden, aunque no
lo trasciende.

En este sentido se podría considerar al
campeón de un torneo como una propiedad emergente de un
sistema que más o menos ya conocemos. Este sistema se va a
organizar de manera compleja, caótica, aleatoria, pero la
propiedad emergente es lo que le da la característica
esencial a ese sistema. Y si bien nunca es exactamente igual, la
forma que se permite apreciar por el reconocimiento del
observador, la "guestalt" es la misma.

Es como lo que sucede si ponemos en un frasco azúcar
negra sobre azúcar blanca y lo agitamos; nunca vamos a
poder predecir la posición relativa en la que va a quedar
cada grano, pero no necesitamos conocer la ley de la
entropía para saber que el resultado va a ser un compuesto
de color
amarillento, tanto más homogéneo cuanto más
lo agitemos.

No obstante permanece naturalmente un nivel relativo de
incertidumbre también en la predicción de un
posible favorito o un posible campeón. El destino no deja
de sorprendernos en este registro, aunque con menor frecuencia
pero mayor consternación.

Por ahí oí decir a Obdulio Varela en
relación a la famosa final de Maracaná "…si la
jugábamos diez veces más las perdíamos las
diez…"

Conclusiones:

El transcurso por el análisis, el cual
pretendió no ser tal en el sentido cartesiano, nos
permitió constatar la pertinencia de un enfoque que
considerara al fútbol como un sistema. Sus
características desarrolladas lo presentan fecundo para
aplicar este dispositivo teórico, que desde la perspectiva
Moriniana se actualiza destacando la diversidad, la unidad, la
multiplicidad, y la cualidad organizacional ante todo.

Se intentó separar operativamente los aspectos
que hacen al fenómeno antropo-social y esbozar una mirada
sobre él en un primer corte, para que estos, por su
naturaleza avasallantemente compleja no soslayaran el nivel del
fútbol como instancia de juego, aspectos que de todas
formas lograron inmiscuirse. La instancia del juego
inmediatamente dejó entrever su complejidad, cuando se
planteó la necesidad de considerar al objeto como sistema;
emergieron tantos sistemas como el observador deseara.

De esa multiplicidad, se consideraron entonces las
entidades más representativas para poder explorar algunos
niveles de incidencia que afectaban a la situación del
juego en tanto tal. La pregunta movilizadora debió ser
reformulada, en pos de una comprensión más
representativa de lo que es el azar; una pregunta entonces que
respete su condición misteriosa. La predicción
pasó a ser comprendida desde su posibilidad, no es un mero
atrevimiento esbozarla. Lo que se intentó dar cuenta de
los alcances de los pronósticos, los cuales no van a
reformularse por lo que se analiza en este trabajo, pero
al menos el mismo sirvió para aclarar el fundamento que
los hace pertinentes o no.

En cuanto a como se las arregla la incertidumbre para
colarse en ocasiones en los resultados a nivel más
"macro", no deja de ser lo mismo que su nombre expresa: una
incertidumbre.

La pertinencia de explotar esa pregunta se puede
cuestionar, por lo mismo que se ocurre cuando intentamos
desarticular el azar. Sin embargo, podemos suponer que siempre
hay una lógica
(en el sentido más amplio) que respalda el hecho de que un
campeón alcance esa condición, aún en los
casos sorprendentes, si es que podemos seguir sosteniendo a la
misma como una propiedad emergente del sistema. Lógica que
nuestro sentido común le cuesta comprender en determinado
momento histórico, en el que surge esa sorpresa. En fin,
la cuestionabilidad de la pertinencia de esa pregunta, es
cuestionable…

Bibliografía

Morales, Franklin "ENVIADO ESPECIAL ." Vol 1 –
¿Vengados para siempre?"

Fundación Banco de
Boston

Año 1996

Morales, Franklin "FUTBOL, MITO Y
REALIDAD"

Nuestra Tierra
nº 22

Año 1969

Pichon Rivière, Enrique /

Pampliega de Quiroga, Ana "PSICOLOGÍA DE LA VIDA
Ediciones nueva visión. COTIDIANA"

Año 1985.

Morin, Edgar "EL MÉTODO"

Cátedra Tomos 1, 2 y 3

 

 

 

Autor:

Vladimir Korolkoff

Partes: 1, 2
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